"Veinticuatro horas después, el hambre obligó a Bobby a abrir la puerta, cuando ya casi todo el mundo había dejado de preocuparse por él. Triste caminaba el pobre por el inmenso corredor, la radia lo había abandonado al terminar con todo lo que se podía romper en su dormitorio. Él mismo lo había notado cuando inconscientemente respondió que sí a la dulce pregunta que Susan le hizo esa mana. «Darling, Darling, ¿rompiste la silla de Alfonso XIII?». «Sí», contestó, mirando su reloj. Eran cerca de las once de la mañana y empezaba a tener hambre. (…)"
— ALFREDO BRICE ECHENIQUE - Un mundo para Julius